En un principio, el título de este post iba a ser «Cómo conseguir que se caiga una persona sin tocarla» que queda más descriptivo y conciso, pero no atrae mucho la atención. Ahora sabéis de qué va el post, más o menos.

Se trata de un experimento muy divertido. Pensarán que es una broma pesada pero te podrán premiar como «Cabrón del año 2017». Ya vimos el año pasado cómo poseer ese título dando a probar un pimiento tan fuerte que te produce vómitos PIMIENTO Y FANTASMA (I) y creando un fantasma con un panel de plexiglás PIMIENTO Y FANTASMA (II). Este año, además, podréis añadirle el subtítulo «Elegante y empírico»: no os mancháis mucho las manos porque no estáis haciendo «nada», sino el cerebro de vuestra víctima, y de forma científica.

Material necesario (quizás complicado de conseguir):

  • Un espacio amplio.
  • Una caja grande a modo de pasillo con una cara lateral estrecha abierta. Bueno, algo así como lo de la imagen de abajo, que no sé cómo decirlo.

modelo pared movil

En un documental de National Geographic Channel llamado «Rompe tus esquemas» hicieron el experimento que describo. La imagen es un fotograma de ese documental.

  • Un banquito estable (como el de la imagen destacada; si no, un taco de madera).
  • Unas líneas negras en los laterales.

Y ya está todo listo. Ahora tenéis que llamar a alguien que os caiga mal y decirle que sois capaces de hacer que pierda el equilibrio sin tocarlo.

Le invitáis a subirse al banquito sujetando una bandeja con vasos (de plástico, que de vidrio son caros y no sois una cadena de televisión). Movéis las paredes y en menos de 3 segundos, la persona ha derramado las copas.

Le ha engañado su cerebro, muy fuertemente. Y como hay que echarle la culpa a algo: es del flujo óptico.

Cuando camináis, vuestro cerebro piensa que el mundo es estable. Y por lo tanto, sabe que os estáis moviendo vosotros (y no el mundo) y corrige vuestra postura y equilibrio, porque de lo contrario, os comeríais el suelo. Lo mismo ocurre cuando estáis en un tren parado y el de al lado empieza a moverse. Por un momento creéis que os estáis moviendo, pero no es así. Todo se basa en el observador y el movimiento relativo.

En el experimento, las paredes, y no ellos, son las que se mueven. Experimentan flujo óptico y su cerebro les engaña. Ellos intentan compensar el equilibrio y acaban cayendo. Así de sencillo. Las líneas negras de la pared sirven para intensificar el efecto haciendo que haya algo en su visión periférica que se mueva y no una pared monocromática. Y el banquito, además, los pone en alto, que lo hace aún más chungo.

En un experimento similar que se hizo hace muchos años, llevaban bebés que sabían andar y moviendo las paredes, los bebés se caían sin más.

 

Imagen del experimento que David Lee (el torrao’ de la melena) ideó para probar el flujo óptico en bebés, en 1974. Fuente: «perceivingacting». 

Resumiendo, para que os vayáis con la idea clara: la vista da información errónea al cerebro y este intenta corregir algo que ya está bien.

Bueno, disfrutad de la «broma» (si queréis considerarla así) y nos vemos próximamente por aquí.

*La imagen destacada es un fotograma del documental de National Geographic Channel «Rompe tus esquemas».